sábado, septiembre 16, 2017

Hace mucho tiempo, muy lejos... Bob Dylan

Hace mucho tiempo, muy lejos... 
Bob Dylan

Predicar sobre la paz y la hermandad 
¡Oh!, ¡cuál puede llegar a ser el precio! 
Un hombre lo hizo hace ya mucho tiempo 
y le colgaron de una cruz.


Hace mucho tiempo, muy lejos, 
Estas cosas ya no pasan hoy en día.

Las cadenas de esclavos 
Se arrastraban por el suelo 
Con las cabezas y los corazones agachados 
Pero esto fue en tiempos de Lincoln 
Y eso fue hace mucho tiempo.

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.

Las armas de guerra se dispararon salvajemente 
El mundo entero sangró 
Los cuerpos de los hombres flotaron en las orillas 
De océanos de barro.

Hace mucho tiempo, muy lejos, 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.

Un hombre tenía mucho dinero 
Otro no tenía ni para comer 
Un hombre vivía como un rey 
El otro mendigaba en la calle

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Estas cosas ya no pasan hoy en día.

Un hombre murió por un cuchillo muy afilado 
Un hombre murió por la bala de un rifle 
Un hombre murió de tristeza 
Al ver el linchamiento de su hijo

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.

Los gladiadores se mataban los unos a los otros 
Esto fue en tiempos de los romanos 
La gente les vitoreaba con los ojos inyectados en sangre 
Mientras los ojos y la mente se cegaban

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día.

Y hablar de paz y hermandad 
¡Cuál puede llegar a ser el precio! 
Un hombre lo hizo hace mucho tiempo 
y le colgaron de una cruz.

Hace mucho tiempo, muy lejos 
Cosas como ésta ya no pasan hoy en día. ¿No?

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas - Bob Dylan

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas
Bob Dylan

Con tu boca de mercurio en la era de los misioneros. 
Y tus ojos como de humo y tus rezos que parecen rimas, 
Y tu cruz de plata, y tu voz de campanillas 
¿Quién creen que podría enterrarte? 
Con tu bolsillos por fin bien protegidos 
Y tus visiones de tranvías que dejas sobre la hierba 
Y tu piel de seda, y tu cara como el cristal 
¿A quién crees que podrían convencer para que te llevara a cuestas? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Con tus sábanas como el metal y tu cinturón de encaje, 
Y tu mazo de cartas sin la sota ni el as, 
Y tus vestidos de sótano, y tu cara hueca, 
¿Quién de ellos pudo pensar que podría adivinar lo que harías? 
Con tu silueta cuando la luz del sol se va apagando 
En tus ojos, donde nada la luz de la luna, 
Y tus canciones de caja de cerillas y tus himnos gitanos, 
¿Quién de ellos querría intentar impresionarte?

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Los reyes de Tiro, con su lista de presos, 
Esperan en fila sus besos de geranio. 
Y tú no podías saber que ocurriría así 
Pero, ¿quién de entre todos ellos desea realmente besarte? 
Con las llamas de tu infancia en tu manta de medianoche. 
Y tus modales a la española y las drogas de tu madre. 
Y tu boca de vaquero, y tus elogios de toque de queda. 
¿Quién de ellos crees que se te podría resistir? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Los granjeros y los negociantes decidieron entre todos 
Enseñarte que lo que solían esconder eran los ángeles muertos. 
Pero, ¿por qué tuvieron que elegirte a ti para que te pusieras de su lado? 
¿Cómo pudieron equivocarse contigo de ese modo? 
Hubieran querido que cargaras con las culpas de lo de la granja, 
Pero con el mar a tus pies y la fingida falsa alarma, 
Y con el hijo de un maleante recogido en tus brazos, 
¿Cómo iban a poder convencerte? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar? 

Con tus recuerdos de la calle de los enlatadores como láminas de metal, 
Y tu marido de revista que tenía que irse algún día, 
Y tu delicadeza de ahora, que no puedes ocultar, 
¿Quién de ellos crees que te daría empleo? 
Ahora estás con tu ladrón, estás en su libertad bajo palabra 
Con el medallón sagrado que acabas de doblar con tus propios dedos. 
Y tu cara de santa, y tu alma de fantasma, 
¿Quién de entre todos ellos pudo jamás pensar que te podrían destruir? 

Dama de los ojos tristes de las tierras bajas, 
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie, 
Mis ojos de almacén, mis tambores árabes 
¿Debería tal vez dejarlos junto a la verja? 
O, Dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?

Colección Visor de poesía 1972
Versión de Antonio Rasines